VIERA VIDENTE CAN BE FUN FOR ANYONE

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63).11 Sin artificio esta primera parte concluía originaria-mente con el capítulo : “La unidad cósmica y el sueño en la poética de Nerval”, porque en Gerardo de Nerval la co-rriente de Maestros Iluminados y en especial el Filósofo Desconocido, Louis-Claude de Saint Martin, han incitado una fina sensibilidad que vincula los ritmos y analogías del cosmos percibido en estado de vigilia como la cara convexa del inside onírico y se entrega y sumerge en los estados de sueño dejándose conformar por sus profundidades. Son los estados de sueño los que se interpretan por sí mismos no sus exégesis significativas en situación de vigilia. Desde luego que esto no es posible sino con la expresión connatural que se revela en la poesía y por la poesía, así no sólo es posible deslizarse hacia lo humana y cósmicamente impensable, sino asimismo experimentar directa y espontáneamente lo abismalmente secreto que no se conquista, sino que se otorga, cuando incluso se deponen todos los recursos de las ciencias ocultas que tanto costo own exigieron para ser obtenidos.

Pero esa transformación que comienza con el conocimiento de sí, no es en el futuro ni depende del tiempo, ni tampoco se experimentará como closing del ciclo terrestre de existencia. Lo que pertenece al tiempo no puede experimentar lo intemporal. La transformación no se producirá en un cierto momento que imaginamos adelante, en el futuro; por el contrario, lo genuine carente de tiempo está siempre al alcance del hombre.

¿Cómo –me decía– he podido existir tanto tiempo fuera de la naturaleza y sin identificarme con ella? Todo vive, todo se agita, todo se corresponde; los rayos magnéticos emanados de mí mismo o de otros, atraviesan sin obstáculo la cadena infinita de las cosas creadas: es una pink que cubre el mun-do y cuyos hilos se comunican con los planetas y las estrellas.

El componente “primitivo” ha sido contenido y domeñado por convenciones de relativa solidez, de forma tal que la percepción ordinaria nos muestra solamente un mundo parcializado, un mundo de efectos, cuyas causas invisibles se hallan, como intuían los pueblos arcaicos, en otro “plano” de la realidad.

       Se originan en zonas vecinas al centro del alma; en las fuentes vivas de la vitalidad preconceptual o supraconceptual del espíritu. No es pues de moreñar que ambas experiencias se entrecrucen y comuniquen recíprocamente en una variedad infinita de modos; que la experiencia poética predisponga naturalmente al poeta tanto a la contemplación como a confundir todos los modos de las otras cosas con ella; y que la experiencia mística put together naturalmente al contemplativo para que éste haga del silencio, del amor, a veces, una expresión poética abundante, a la que se deben algunos de los más admirables poemas.18

¿Será por eso que la noche iluminada por la luna conmueve tan maravillosamente nuestra alma y despierta en nosotros el tembloroso presentimiento de otra vida, muy cercana?

El poeta se impone, entonces, una riesgosa aventura. Debe internarse en lo más profundo de su ser, pero sus métodos de acceso –a diferencia de las vías contemplativas de despojo gradual– son ensayos anárquicos­ con “temporadas de infierno”. Su testimonio escrito responde a la vida profunda, se nutre en los sueños y en los automatismos inconscientes y, al tender los puentes más maravillosos entre los objetos del cosmos, ofrece una imagen fragmentada de esa reali­father esencial que escapa a la percepción ordinaria.

Pero esa vivencia que les es común no se origina en la straightforward adhesión racional a una doctrina expuesta y cristalizada, sino que proviene de una actividad existencial que permite a la mente intuir la presencia del cosmos enlazado por las analogías.

Los existencialistas no superan la primera toma de conciencia, practican un nihilismo sin salida y se instalan en la historia y en la irrealidad de la existencia angustiados ante la muerte de su personalidad ilusoria. Los surrealistas también descubren en la temporalidad “la dimensión de la existencia” pero, como los pensadores orientales, no aceptan ese destino como definitivo, sino que intentan con técnicas propias anular o superar la condición humana.

El reino del cielo es el reino de las causas. Estando los efectos terrestres ligados a sus causas celestes hacen que todo sea correspondiente y que tenga un profundo significado. El nombre es el medio de unión entre lo normal y lo espiritual.

Hemos intentado glosar al creador y la obra en una época no tan lejana de claros y de sombras, pero es necesario –a modo de colofón– decir unas palabras, aunque sean arriesgadas, acerca del arte poética de Eduardo Azcuy, según se desprende de su trabajo como poeta, como teórico y crítico de los poetas ocultistas examinados en su extraordinario libro, que ahora se reedita por compulsión de los tiempos maduros.

Baudelaire es el hombre arrojado en el mundo. Desde su nacimiento está maldito y condenado por haber pretendido usurpar los poderes creadores del Verbo. Sobre la tierra, o para ser más exactos, en el nivel ordinario de conciencia, las salidas están clausuradas. Su concept de la redención del pecado se aparta de la concepción ortodoxa para situarse en el nivel impreciso de un oscuro pitagorismo. visit Baudelaire busca una desdibujada trascendencia hacia la unidad primordial.

La violencia se ejerce contra aquellos cuyo espíritu vive en la superficie de las cosas, contra los que transitan sin pasar por la náusea y consideran justificada su existencia con artificiales rutinas, con rangos arbitrarios, con prejuicios y suficiencias ilusorias.

El mito se convierte entonces en estructura de existencia y torna posible la vida. El hábitat humano adquiere forma psychological. Como dice Gusdorf, ese significado vital del mito permite a la conciencia del hombre arcaico “constituir una envoltura protectora en cuyo interior el hombre encuentra su lugar en el universo”.ten

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